domingo, 22 de enero de 2012

El fútbol libera al Madrid.

Aunque goleó el Madrid, fue un partido más acorde con la locura de Bielsa que con la cuadrícula de Mourinho: contragolpes sucesivos, grandes espacios atrás, carreras frenéticas y cierto placer de los jugadores con el desorden reinante. Mateu Lahoz contribuyó a ese ambiente de fútbol libertario. Un partido arbitrado por él se parece mucho a uno jugado sin árbitro. Sólo pita las patadas que crujen. Su empeño por no interrumpir el juego es admirable y no hay duda de que ayer favoreció el ritmo trepidante del encuentro. Sin embargo, se dejó varios muertos en el armario. Entre otros, un posible penalti de Javi Martínez a Kaká (39').
La alineación de Mourinho se puede interpretar como una respuesta a los que criticaron su fútbol especulativo en el Clásico: si quieren ataque, toma ataque; no lloren después. De repente, concentración de jugones y hasta cinco españoles sobre el campo. Quizá también ellos fueran los destinatarios del mensaje, el que fuera. Cuesta más decir si el once del técnico fue ofensivo u ofendido. Seguramente ambas cosas.
Al contacto con el Athletic de Bielsa, el Madrid de anoche hizo exhibición de virtudes y defectos. Equipo ágil, veloz y muy talentoso, pero de menor rigor defensivo. En este sentido, la inmadurez de Varane (lógica) quedó patente al verse superado varias veces por Llorente. También se hizo evidente el crimen de no contar con Marcelo y Özil contra el Barça.
En el gol de Llorente el Athletic recitó la filosofía de su entrenador, jueguen, vuelen. Iraizoz sacó en corto hacia Javi Martínez, que se apoyó en Ander y le acompañó ligero en el despliegue. Convertido en extremo, el central asistió a Llorente, que empalmó sin dejar caer la pelota. Un gol similar al que marcó Ibrahimovic en un lejano Clásico.

Misión.

Lo dicho para el Madrid sirve para el Athletic, muy similar en la querencia. Desde el primer instante su objetivo fue jugar en cualquier parte del campo, antes incluso que presionar al rival o conservar el dibujo. Ni una precaución contra el mortífero contragolpe del Madrid, eso sorprendió. También la reclusión de Muniain, su mejor futbolista, en la banda izquierda.
Durante un tramo considerable de la primera parte el Athletic tuvo el partido en su mano. De Marcos no acertó a enganchar con la zurda un balón que era de gol, con Casillas batido tras rechazar un tiro de Muniain. En ese instante advertimos que De Marcos, gran jugador, estaba ligeramente sobreexcitado. Nos equivocamos: lo estaba mucho. Como Iturraspe. Por ahí perdió bastante fútbol el Athletic.
Marcelo, en su salsa, empató a su estilo, cortando como un cuchillo en dirección a la portería, pared con Benzema. Tras sacudirse el golpe, el Athletic contestó con una jugada primorosa en la que falló el remate final de Llorente, ayer estaban las zurdas rebeldes.
A los 34 segundos de la reanudación, Iturraspe agarró a Kaká dentro del área, cosa que no conviene. Mateu debió escuchar el desgarro de la lycra y Cristiano transformó el penalti. Lo que siguió fue una riada. El resultado de muchos buenos futbolistas corriendo y pasando un buen rato. Si los balones no estuvieran hechos para correr serían cuadrados.
Özil lo gozó especialmente. Lanzado por Benzema se plantó delante de Iraizoz y De Marcos, burlado, le derribó en un recorte que era de filigrana. Volvió a marcar Cristiano, que clava estos disparos directos. Mateu, por cierto, expulsó al infractor, traicionando su vocación de hombre invisible.
Los cambios achicaron al Athletic y ya sólo se recuerda un caño de Muniain. Al Madrid todavía le quedaban la persistencia de Higuaín y el gol de Callejón. Poco antes Granero se había apuntado otro tanto al salir ovacionado. En ese caso el público no gritó gol, sino cantera.

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